martes, 28 de agosto de 2018

Tómalo Todo




27/agosto/2018
23:55

¿Para qué quiero yo el control?
¡Si mejor es tu idea!
¿Para qué quiero yo el control?
¡Si mucho mejor es tu manera!

Tómalo Tú, Tú maneja mi vida.
Porque sabemos de sobra que yo no puedo,
Y esta vez, yo no quiero.

Tómalo Tú, tenlo todo.
Porque ya no hay nada que pueda retener,
Ya no hay nada que quiera guardar siquiera.

Tómame Tú, tómame por completa.
Hazlo a tu voluntad, como quieras,
Porque soy siempre Tuya.

Además…

¿Para qué quiero yo el control?
¡Si sabemos que es mejor tu idea!
¿Para qué quiero yo el control?
¡Si me has enseñado que mucho mejor es tu manera!

domingo, 26 de agosto de 2018

Él es Dios




25/agosto/2018
23:55


Si tenemos historia, es solo porque Tú así lo has querido.
Porque tu plan perfecto ha sido darme una.
Porque eres bueno, eres grande, eres Dios.

Si tenemos historia, es solo porque Tu amor así lo afirmó.
Porque tu corazón enorme me ha buscado.
Porque eres gentil, eres caballeroso, eres Dios.

Si tenemos historia, es solo porque Tu inmensa gracia así sugirió.
Porque tu latir incesante es lo que ha repetido.
Porque eres dulce, eres dócil, eres Dios.

Si tenemos historia, es solo porque Tú me has dado lugar en tu pensar.
Porque tus labios lo han dicho una y otra vez.
Porque eres vida, eres paciencia, eres Dios. 

Si tenemos historia, es solo porque Tu voz lo ha cantado.
Porque tu palabra sin fin me dejas oír.
Porque eres maravilloso, eres genial, eres Dios.

Si tenemos historia, es solo porque Tu gozo ha resonado.
Porque tu risa imparable me quebrantó.
Porque eres salvaje, eres gracioso, eres Dios

Si tenemos historia, es solo porque Tu ingenio suspicaz así lo planeó.
Porque tu sonrisa de “este es un gran plan” me pensó.
Porque eres fiel, eres confiable, eres Dios.

Si tenemos historia, es solo porque Tú pasión así lo deseó.
Porque tu baile perfecto me ha despegado del piso.
Porque eres Tú, eres todo, eres Dios.

Si tenemos historia, simplemente es porque Él es Dios!



miércoles, 11 de abril de 2018

72 horas

(Ejercicio de escritura "Móntame una escena" (abril,2018))

Literautas. Ejercicio de escritura: el folio en blanco




11/abril/2018
2:06am

Y ahí estaba ella, con las manos sosteniendo su cabeza, la respiración agitada y una mirada perdida. Estaba aterrorizada. Podía escuchar el tic tac del reloj, preocupada en como el tiempo se iba tan deprisa, y ella, aún fija su mirada en un papel en blanco, y con ningún otro pensamiento más que el “debo tenerlo listo en 72 horas” martillándole la sien.

A cualquiera estresaría el mover de su pierna, o el constante golpeteo que sus dedos provocaban, y si eso no bastaba, tenía esa costumbre bárbara de morder su lapicero. Yo no podía verla así, sabía que estaba pasando por un bloqueo creativo, y al fin de cuentas ¿a quién no le ha pasado?, el problema estaba en que su plazo era de 72 horas.

Se paraba, caminaba alrededor de la sala, se sentaba, movía el lapicero entre sus dedos, veía el reloj, soltaba un fuerte suspiro, y volvía a la posición inicial, más angustiada que antes. ¿Qué podía hacer para ayudarla?, y de repente, cómo una idea caída del cielo, entendí que hacer. “Aún tengo 72 horas” pensé, y fui a la cocina.

La conocía bien, y aunque nunca la había visto en ese nivel de desesperación sabía que lo que necesitaba era relajarse. Encendí la hornilla, puse a calentar un poco de agua con las cáscaras de los limones que estaba pelando, y de a poco el ambiente empezó a cambiar. El aroma a limón siempre la relajaba, y esperaba que esta infusión lograra su efecto. "¿Cuántas veces deberé hacerlo en estas 72 horas?"

Salí de la cocina para comprobar si ese aroma relajante llegaba hasta ella, y ¡Qué gran sorpresa que me llevé! En efecto el olor inundaba la casa, y ella estaba de pie y su mirada había cambiado, me miraba con deseo, el solo hecho de sentir sus ojos en mí, me quemaba, el lapicero que aún estaba entre sus dientes dejó de molestarme, soltó el cinturón que amarraba su salida de cama, y la dejó resbalar desde sus hombros hasta el piso. Ya no podía quitar mis ojos de su lencería, ¿acaso no era aquel mismo conjunto que usó en nuestra luna de miel?, “72 horas” fue lo que me dije y di pasos hacia atrás.

Ella al ver que planeaba salir del cuarto se acercó y retrocedí con más ímpetu apuntando al reloj, sabía lo importante que era ese trabajo, y que jamás me lo perdonaría si la distrajera, pero eso no bastó. Me acorraló contra la pared con una sonrisa picarona y mientras su lápiz desabrochaba los botones de mi camisa, me susurró al oído “no te preocupes, aún tenemos tiempo”. Solo eso me bastó para sostenerla entre mis brazos y no parar de besarla.


 ¡Benditas sean las 72 horas!